“Más allá de balances totalizantes y dicotómicos, una mirada en perspectiva a los resultados del Simce 2022”, fue el título del Diálogo para la Justicia Educacional de agosto, que tuvo como panelistas a Rafael Carrasco, subdirector de SUMMA, y Ernesto Treviño, investigador de la Línea de Inclusión Pedagógica del Centro Justicia Educacional (CJE); con la moderación de Valentina Riberi, directora ejecutiva del centro.
“El tema es bien candente en opiniones públicas y políticas y desde mi forma de ver es frecuentemente muy mal comprendido”, partió diciendo Ernesto Treviño, quien comentó que “es necesario tomar este tipo de instrumentos en su justa medida”.
“Me parece que el gran problema que surgió con las pruebas estandarizadas a nivel mundial (…) fue más grave en Chile por el modelo de provisión subsidiaria de educación, empezamos a confundir el indicador con la realidad”, alertó el también director del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE).
En esa línea, el investigador agregó que “confundimos el resultado de pruebas estandarizadas con el aprendizaje y no solo eso, la gente confunde el resultado con la calidad de la escuela y sabemos que en Chile el 75% de esos resultados dependen del nivel socioeconómico promedio de los estudiantes en la escuela”.
Asimismo, agregó que dentro de los defectos del uso del instrumento, a su juicio, lo peor radica en las consecuencias que recae en las escuelas: “El Simce antes se usaba para identificar las escuelas que necesitaban apoyo y en 2012 introdujimos un sistema de aseguramiento de la calidad en el que el Simce tiene consecuencias sobre las escuelas”.
De ese tiempo, explicó Treviño, hasta 2023, la calidad no ha cambiado, lo que sugeriría no que la prueba es mala, sino que el uso no apoya el desarrollo de las escuelas.
Por su parte, Rafael Carrasco sostuvo que “el Simce tiene virtudes y defectos sobre todo en cuanto al uso y manifestación. Es una herramienta con mucho potencial para mejorar la calidad educativa y la inclusión, pero al mismo tiempo es una tremenda herramienta para la segregación y la exclusión, entonces la forma de uso es tremendamente importante”.
Como ejemplo de consecuencias positivas, destacó que en Chile “gracias al Simce y otras herramientas el país ha tomado conciencia y valor respecto a la importancia de los aprendizajes entendido no de manera simple de pregunta respuesta, sino que como comprensión y aplicación respecto a los aprendizajes y conocimientos del mundo escolar”.
Junto con eso, destacó que “también ha tenido un tremendo rol en identificar ‘pecados’ de la educación como la tremenda desigualdad socioeconómica en los aprendizajes”.
“Gracias al Simce sabemos hoy día que los niños más pobres de cuarto básico ya van un año y medio detrás de sus pares y en segundo medio es mucho más grande esa diferencia. Los jóvenes más pobres salen de cuarto medio como estarían sus contrapartes de más ingresos de octavo básico o primero medio”, alertó.
Estos aspectos positivos en concientización e identificación de brechas, explicó, “tiene un alcance que es limitado porque no se mejora por la conciencia, sino que con las acciones que acompañan a esa conciencia”.
“Los instrumentos tipo DIA apuntan en la dirección de poder entregar herramientas a cada escuela a que tengan un termómetro más refinado (…) tiene mucho potencial”, reflexionó Carrasco.