Los procesos de ajuste o cambios curriculares son necesarios para mejorar continuamente el currículum en función de las evidencias de su funcionamiento y de los cambios en el conocimiento y la sociedad. Por ello, la Ley General de Educación establece que el currículum debe tener una vigencia mínima de 6 años, para ser revisado y actualizado.
Recientemente, respondiendo a este marco legal, el Ministerio de Educación ha presentado una propuesta de actualización curricular que apunta a mejorar la organización del mapa de habilidades y aprendizajes que se espera desarrollen los estudiantes entre primero básico y segundo medio.
En la propuesta se identifican al menos cinco fortalezas. En primer lugar, se hace un esfuerzo por consolidar y simplificar los objetivos de aprendizaje transversales, pasando de 66 a 26, lo que implica una excelente medida para priorizar el foco de las actividades de enseñanza y, sobre todo, de las expectativas respecto del aprendizaje.
En segundo lugar, y visto como una fortaleza, la propuesta simplifica la arquitectura del currículum y de diferentes asignaturas con el propósito de facilitar la gestión pedagógica de las mismas por parte de los docentes.
La tercera fortaleza es que la actualización pretende plasmar una lógica de trayectoria educativa que armonice el currículum de primero básico a segundo medio con las Bases Curriculares de la Educación Parvularia y el currículum de tercero y cuarto medio.
La cuarta fortaleza es que propone una mejor articulación del desarrollo del lenguaje oral, leído y escrito entre las distintas disciplinas y a lo largo de la trayectoria educativa de los estudiantes. Y la quinta fortaleza es que se busca apoyar el desarrollo integral, particularmente en el ámbito socioemocional de los estudiantes.
La propuesta emerge de distintos diagnósticos y procesos de participación de comunidades educativas para identificar las principales áreas de mejora que le permitan a Chile crear una plataforma curricular más relevante y adecuada para impulsar el aprendizaje de los estudiantes.
Ahora bien, los cambios curriculares con una condición necesaria pero completamente insuficiente para impulsar un cambio en las prácticas educativas y en el desarrollo integral de los aprendizajes. Durante el proceso de revisión y aprobación de la actualización por parte del Consejo Nacional de Educación, tal como lo establece la ley, será posible advertir de mejoras que puedan incluirse en la actualización.
Como principio a seguir, sería deseable que la actualización curricular oriente a las escuelas y docentes a poner atención al bienestar integral de los niños, niñas y adolescentes; más que en los dispositivos documentales y de rendición de cuentas. Esto quiere decir que ponga énfasis, como se advierte en la integración del conocimiento propuesta, en el protagonismo de los estudiantes durante su formación, más que en la cobertura de un exceso de contenidos sin consideración por las oportunidades de aprender haciendo.
Una vez que se apruebe esta actualización curricular, es necesario desarrollar dispositivos de apoyo y acompañamiento eficaz a sostenedores, directivos y escuelas. Esto para avanzar en la transformación de la educación para que esté al servicio del desarrollo integral de una niñez y adolescencia que experimenta patrones de crianza poco positivos en los hogares de Chile.
Ernesto Treviño
Facultad de Educación UC
Centro de Justicia Educacional