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Sebastián Rojas, psicólogo: “El uso de medicamentos no es la panacea para tratar los trastornos de déficit atencional”

[vc_row css=\».vc_custom_1576608738944{margin-right: 20px !important;border-right-width: 30px !important;padding-right: 30px !important;}\»][vc_column][vc_column_text]El académico de la Universidad Diego Portales, presentó los resultados de su investigación “Tejidos farmacológicos e infancias recalcitrantes: Una praxiografía sobre la vida social del Ritalín en un colegio de Santiago”, en el encuentro Conversando, de la línea de Investigación Biosociocultural de CJE. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=\»1/6\»][/vc_column][vc_column width=\»2/3\»][vc_column_text]

\"\"(Santiago 5 Octubre de 2017)

Como parte de las actividades organizadas por la Línea de Inclusión Biosociocultural del Centro de Justicia Educacional, CJE, se realizó la primera jornada de las charlas denominadas ConversAndo, las que apuntan a profundizar en distintas temáticas relativas al trabajo de dicha línea de investigación.

El encuentro tuvo como invitado al psicólogo Sebastián Rojas, profesor de Psicología de la Universidad Diego Portales y Candidato a Doctor, Department of Global Health & Social Medicine, King’s College London.

El académico presentó su trabajo denominado “Tejidos farmacológicos e infancias recalcitrantes: Una praxiografía sobre la vida social del Ritalín en un colegio de Santiago”, donde explora los Trastornos de Déficit Atencional (TDA) y el uso de fármacos desde dos aspectos.

Por un lado, se plantea la pregunta de que si acaso existen otros destinos para el uso de la medicación, más allá del planteado por las teorías tradicionales. Y por otro, el rol de los niños en este proceso, más allá de ser un cuerpo dócil que viene dado por los discursos de expertos y procesos de socialización.

En ese sentido aseguró que “mi posicionamiento frente al tema me impide tomar como evidente que los trastornos psiquiátricos y los medicamentos funcionen en el “vacío”, privados de un contexto en el cual se insertan. No son la panacea para tratar el trastorno, deben ir asociados a otras cosas, a otros entornos”, afirmó.

Junto con ello, se refirió a que “reducir a los niños a individuos carentes de capacidad para apropiarse de los discursos de los adultos, me parece cuestionable. Más allá de ello, el hecho que sean afectados por los medicamentos, hace que sea necesario rescatar esas experiencias”, agregó.

El especialista enfatizó en que primero, se deben aprender a reconocer los efectos de la medicación, y se debe entender cómo direccionarlos hacia la producción de algo. “De por sí, el medicamento produce señales físicas que el niño debe aprender a decodificar, a reconocer y usar para que algo surja. El acto de tomar la medicación no puede reducirse a una relación causa-efecto donde la medicación gatilla una nueva habilidad, o colapsa un constitución previa”, comentó.

“En segundo lugar, el niño debe aprender a reconocer como significativas las sensaciones mentales y corporales que aparecen con el uso del fármaco. Significativas en tanto que se les debe dar un objetivo a ser alcanzado, que de sentido al acto de ingerir el medicamento. De otro modo, la misma sensación corporal puede ser experienciada como disruptiva, molesta o amenazante”, agregó Sebastián Rojas.

El académico de la Universidad Diego Portales fue enfático al destacar que el uso de los medicamentos no es la exclusiva solución a los Trastornos de Déficit Atencional. “Si bien los niños y niñas entrevistados y con los cuales se interactuó durante el trabajo etnográfico presentan una vinculación particular con el tema de los fármacos, no es posible, a partir de esta experiencia, decir que el uso de psicofármaco es algo que únicamente conlleva beneficios y potencialidades. El uso de fármacos es parte de un tratamiento multimodal que se usa como última opción”, aclaró

Asimismo, Rojas destacó en la presentación de su trabajo que “resulta necesario apreciar cómo los medicamentos alteran o no las vidas cotidianas de los niños que los consumen, y de qué forma estas variaciones son experimentadas, vividas, resistidas o aceptadas por estos mismos”, señaló

Finalmente, el experto llamó a no olvidar el impacto colateral que tiene el uso de medicamentos. “Los efectos de los psicofármacos son también sensibles para los compañeros de aquellos usándolos. Esto conlleva que una serie de prácticas y juicios emerjan con respecto al comportamiento y las actitudes exhibidas por los niños que consumen la medicación”, apuntó.

El estudio se llevó a cabo durante ocho meses y abarcó a 120 alumnos de quinto básico de un colegio de la zona oriente de Santiago. En esa muestra, 12 de los niños se encontraban consumiendo medicamentos.

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