Ernesto Treviño, Investigador Principal Línea «Inclusión Pedagógica»
Temas como la inclusión o la justicia educativa suelen llevar a contrastaciones teóricas que están alejadas de los desafíos cotidianos de las escuelas y el sistema escolar. En este escrito de “Transformación de las prácticas escolares y pedagógicas para promover la justicia educativa” se propone usar un modelo que permita revisar las prácticas escolares y de enseñanza que pueden transformarse para brindar mayores oportunidades a niños, niñas y jóvenes (NNJ).
Para transformar las prácticas con sentido de justicia educativa es necesario tomar en consideración cinco aspectos clave, que se pueden ver en el modelo que se presenta en la Figura 1.
La consideración de las características de origen de los estudiantes, el contexto, sus experiencias, anhelos y expectativas deben ser insumos esenciales para transformar la educación. Para ello se requiere trabajar durante el año escolar distintas experiencias pedagógicas donde los docentes escuchen a los estudiantes para comprender sus condiciones de vida, motivaciones y sueños. Esto les permitirá vincular los contenidos y orientar las prácticas hacia la vida real de los estudiantes. Dicho ejercicio debería alimentar también la planificación y decisiones de gestión escolar, para vincular las decisiones pedagógicas con la vida cotidiana y los sueños de los estudiantes.
Si bien a nivel estructural la distribución de recursos puede ser desigual, para la gestión de las escuelas y de las aulas se requiere una consideración estratégica y amplia de los recursos disponibles. Los docentes y las familias son las principales fuentes de socialización, y por lo tanto son más importantes que cualquier recurso material. Para ello, es indispensable reconocer las fortalezas de los docentes y directivos, así como la contribución en experiencias educativas que puede hacer la comunidad al compartir distintos aspectos de sus vidas laborales o personales en las escuelas. Complementariamente, los recursos materiales deben usarse racionalmente, con una planificación adecuada que no haga depender las experiencias educativas de la disponibilidad de recursos fácilmente sustituibles. Por ejemplo, que la experiencia no dependa de que la impresora tenga tóner o suficientes hojas, si se puede anticipar que eso puede generar un problema. El uso del cuaderno, la pizarra u otros elementos pueden ser tanto o más valiosos para la experiencia educativa. Con esto no se quiere minimizar la importancia de los recursos y las desigualdades, sino que ofrecer a las comunidades escolares opciones para pensar en cómo apoyar a sus estudiantes en tanto se resuelven tales disparidades estructurales.